DE CUANDO CRUCE LOS PIRINEOS

  Odette era una bellísima joven cuyos ojos entre azules y grises, me hipnotizaron desde el primer dia que la vi…Cuando la conocí llevaba el pelo recogido a moño,...

 

Odette era una bellísima joven cuyos ojos entre azules y grises, me hipnotizaron desde el primer dia que la vi…Cuando la conocí llevaba el pelo recogido a moño, sujeto en una especie de cofia o gorro. La parte que no, le caia por las sienes a modo de mechones dando a su rostro un aspecto todavia mas juvenil y risueño si cabe. A la agreste belleza de los ojos, le acompañaba el magnetismo de una mirada que derretía. Resaltaba sobre la cara, la húmeda sensualidad de la boca, perfectamente dibujada por unos labios que a mi se me antojaban perfectos, como hechos expresamente para besar y morder…Daba la sensación de que toda la sexualidad que emanaba de aquella hembra, se concentrada en aquel rostro y aún más, en su boca… Odette tenia unos dos años mas que yo, sobre los diecinueve o así. Era pués, para mi una mujer hecha, al contrario que yo, que todavía me veía como un proyecto y eso se notaba en la torpeza de mis relaciones, sobre todo con las chicas. Odette había iniciado ya los estudios universitarios en Carcasonne, pero en el periodo vacacional vendía pan en el negocio familiar…Desde la primera vez que fui a comprar a aquella «boulangerie», raro era el dia que yo fallaba a la cita. Siempre era ella la que salia a atenderme…En alguna ocasión que salió la madre la escuché…!Laissez moi, mama! !Je l.atendrais!…Sabía que había algo en mi que la gustaba, mi intuición me lo decía, aunque no acertaba a definir que…A las mujeres entonces no las conocía…aunque a decir verdad, tampoco he avanzado mucho en este aspecto. Hoy 40 años después, sigo sin conocerlas….
-¿Como te llamas?..acerté a preguntarle en un arrebato de valor..
-!Odette!…me contestó prolongando melosamente la «t».
-¿Odette Bardot?…Inquirí yo desplegando una mundología de la que evidentemente carecía…Soltó unas risas que confirmaban que mi ocurrencia le habáa hecho gracia…Aquello me animó…
Todas las tardes despues de la dura jornada de vendimia, Ignacio y yo salíamos por la tarde un rato…Ibamos al club, uno que se hallaba ubicado junto a la Iglesia y luego dábamos una vuelta por donde estaba la movida joven…A Odette la solía ver en el grupo de los más mayores acompañada por un chaval de su edad o quizás algo más mayor, con cierta asiduidad y también ocasionalmente por otro…A veces se cruzaban nuestras miradas a la vez que nos intercambiábamos sonrisas y algún que otro guiño de complicidad…Aquello para mi, era casi como tocar el cielo…
-!Que buena está la panadera!…solía decirme Ignacio…
-!Si que lo está!…asentia yo…!Que lejos estaba de imaginar mi compañero de fatigas que aquella atractiva rubia ocupaba toda mi cosmologia erótica…

Hacía dos o tres horas que la orquesta nos obsequiaba con sus sones y la noche se nos habia echado encima casi sin darnos cuenta. La gente seguia bailando y bebiendo… mientras, Ignacio y yo nos conformabamos con ir de tristes comparsas de la fiesta y más solos que la una…pero !joder!, Odette al menos me alegraba la vida…¿Donde podría estar?…No podía evitar, entre el tachín del baile, lamentar que toda mi aspiración erótica se reducía a intercambiar alguna que otra sonrisa con Odette. Pero todavía habría de esperar un buen rato para ello. Sobre las diez y media o así, casi en la esquina de la barra del ambigú, pude por fin detectar mi oscuro objeto de deseo…alternaba junto a un grupo de amigos soplando «pastis», bebida alcohólica parecida al aguardiente, muy popular entre los franceses. Entre ellos, como no podía ser de otra manera, a su insoportable amigo…!Cago en dios!…!Que plasta de tio!…supongo que aquellos ridículos celos, eran los últimos tics de la adolescencia que me iba abandonando a pasos agigantados…
Odette, lucía ahora el cabello en forma de melena, así como la de Francoise Hardy, y vestía una falda estrecha más bien corta que le remarcaba todavía más su ya esbelta figura…Completaba el atuendo con una especie de blusa blanca recortada que le dejaba desnudos los hombros…Me pareció que tras la delicada prenda, sus turgentes senos, se movían libres a falta de sujetador, lo podría afirmar porque que los pezones se le marcaban inhiestos sobre la delicada tela…!Apuntan arriba!…me decía el Ignacio…!Dios que guapa iba!…Si en el amor hubiera habido alguna diosa de verdad, no virtual como las griegas, esa era ella, sin ninguna duda…
Observándola deduje que buscaba a alguien entre la gente, actitud que persistió hasta que nuestras miradas se cruzaron…Tras el fugaz encuentro visual, una amplia sonrisa de satisfacción se dibujó en su rostro. ¿Era yo el objeto de su búsqueda?…Ni me lo planteaba, esa es la verdad. Pero me equivocaba de punta a punta, porque el objeto de sus presurosas pesquisas era precisamente quién esto escribe…

Con cierta discrección Odette se había separado del grupo al tiempo que me hacía con la cabeza un sutil gesto de acercamiento…Dejé a Ignacio con el vaso de refresco en la mano y le dije que me esperara…
-!J,ai un cadeaux pour toi!…me susurró cuando estuve a su altura..
Dubitativo, por no decir torpón, asentí con un interrogativo ¿Oui?…En realidad solo era un subterfugio con el que trataba de ocultar mi más que notoria inseguridad y nerviosismo…
-!Viens!…me dijo en un tono imperativo y sugerente a la vez, mientras me tendia una mano…
Me dejé llevar como un caniche, así nos fuimos alejando entre callejas hasta llegar al lugar donde se hallaba estacionado su «dos caballos», uno igual que el de Phillippe. De sopetón, me empujó contra el auto al tiempo que rodeaba mi cuello con los dos brazos…luego juntó su boca a la mía y me regaló un beso largo y dulce con sabor a «pastis»… Era la primera vez que una boca femenina se fusionaba con la mía…pero solo era un preludio de lo que vendría después.
Me invitó a subir al auto y ya sentados, me dio otro beso, ahora más corto, como de emergencia, como si temiera perder la magia que nos envolvía si no lo daba…Luego arrancó el coche y nos dirigimos hacia algún lugar que ella previamente había dispuesto, pero no más de medio km. de Minervois, porque los sones de la orquesta todavía nos llegaban con nitidez. Después apagó el motor y descendimos los dos. Odette me volvió a regalar otro beso que me pareció inmenso, siguiendo las mismas pautas del primero, empujándome contra el auto y rodeándome el cuello con sus brazos, pero ahora si, desarrollándolo con toda la intensidad y plenitud de su erotismo. Me sentía a su merced; yo era suyo y mi sumisión hacia ella era absoluta…extraña posición ésta que me hacía sentir dominado y, sin saber exactamente porqué, dominador a la vez..
Cual experto militar, Odette, sin dejar de besarme, evaluaba con movimientos tácticos muy precisos desde otras zonas de su cuerpo, toda mi potencia de fuego. Yo empecé a hacer lo mismo aunque de manera mucho más tímida. En un momento, cuando ella lo consideró, nos ubicamos en la parte trasera del vehículo invadidos ya por un deseo irrefrenable y ardiente de fundirnos…En segundos ya le había retirado la blusa…Aquellos pechos tan intensamente codiciados en mis citas con Onám, quedaron del todo libres…eran mios…!Dios como los poseí!…Los acaricié, los apretujé, los succioné y los mordí hasta causarla dolor…un dolor que Odette, me pareció disfrutaba con insana placidez…
Llegado el momento, adoptó una posición mas acorde para recibir mejor la siguiente etapa que se avecinaba. Mi mano, tras abandonar la voluptuosa orografía de los senos, se dirigióPRESTA hacia la zona más sensible de su anatomía…su sexo…el santo Grial me esperaba…
Mis dedos penetraron sus braguitas por arriba y pronto toparon con la espesa mata del ensortijado vello. Fué una exploración lenta, intensa, exhaustiva, sin limitación…pienso que Odette, consciente de mi bisoñez, se dejó hacer…Nunca olvidé aquella humedad impregnada de cálidos y viscosos fluidos, ni de los intensos matices táctiles y olorosos, plagados de fragancias hasta ahora para mi desconocidas y de como llegaban al resto de mis sentidos a través de mis dedos, que hacían de portadores de la valiosa mercancía…
En un momento del fragor sexual, Odette fijo su mano sobre la mía y sentí su suave presión que tendía a dirigir el lance con precisos y suaves movimientos. Momentos después, la armonía entre ambas manos era total, lo que aprovechó Odette para retirar la suya y dedicarla a otros menesteres…mi inhiesto miembro hacía rato que la esperaba.
Los jadeos de Odette se fueron haciendo cada vez más profundos y más intensos. Notaba como la cadencia de su respiración la marcaba el ritmo de mis caricias. No sabia entonces que aquel abandono progresivo de si misma, de laxitud creciente, no era sino el feliz tránsito hacia esa otra dimensión, donde se expresaban los otros sentidos, el de los placeres mas sublimes. Recibí su orgasmo en un mar de sensaciones contrapuestas. Por un lado, mi boca bebía de la suya, mientras ellas mordía, mis dedos se diluian entre las cada vez vez más débiles contracciones de su sexo y mi miembro se rebelaba frente a la opresión asfixiante al que le sometía la mano de hierro de Odette. Cuando me disponía a ejecutar el asalto definitivo !el castillo ya era mio!, un cambio táctico imprevisto haría variar radicalmente el normal devenir de los acontecimientos. Odette, antes de que yo la pudiera montar, se arrodilló frente a mi parte noble, tomo mi miembro erecto y se lo introdujo en su boca. No me dio tiempo a la queja. o más exacto, las quejas se fueron diluyeron entre los recovecos de su boca y la frenética actividad de su lengua…!Ella sabia lo que hacía!…Tras una breve pero intensa labor de artesanía, descargué en su boca hasta la última gota de mi semen. Su boca quedo inundada de mi pegajoso néctar, pero que ella tragó con sibarítico deleite hasta la última gota. El festín lo remato con la punta del dedo índice y un relame final de la lengua en ambos labios. Era lo que ella quería.
Volvimos a la fiesta no sin antes separarnos. Yo entré por un lado…allí me esperaba todavía Ignacio con el refresco en la mano. A Odette la vi por el otro lado, como se integraba con sus amigos. Su amigo la esperaba…
!Hostia! !Si que has tardado!…!Ni que hubiera sido a tu noche de bodas!…No imaginaba Ignacio lo cerca que habia estado de ello.

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DE CUANDO CRUCE LOS PIRINEOS

 

Acaba de editarse mi primera obra en español. Os la ofrezco en el siguiente enlace:

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De San Sebastiián de los Reyes, un poblacho situado al norte de Madrid, justo a 18 kms de la Puerta del Sol. Justo la diferencia que había entre una incipiente modernidad y la edad media. Un pueblo lleno de asnos, ovejas, cabras, mulas y carretas tiradas por bueyes,,,Hablo de mi niñez, claro. Eran los tiempos de los caciques, de los miedos ancestrales, de la mujeres de negro y de un servilismo tirando a la esclavitud. No obstante recuerdo con añoranza aquellos lejanos tiempos con mis primos que tenían una casa de labranza con un gran corralón, algunas tierras y muchos animales, incluidas un rebaño de ovejas. También las eras y los trillos en los tórridos veranos. Un pasado no muy lejano y que parece haberse mantenido vivo en los clichés de la memoria. Lo demás es rutina cambiante.

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