Cristina López Schlichting: “En el nacionalismo la nación se convierte en sinónimo de paraíso”

Conversación tranquila de @jmfrancas con Cristina López Schlichting (@crisschlichting). Periodista. Directora de Findesemana de COPE ( sábados y domingos de 10 a 14) y autora de “Políticamente Incorrecta”, “Yo...
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Conversación tranquila de @jmfrancas con Cristina López Schlichting (@crisschlichting). Periodista. Directora de Findesemana de COPE ( sábados y domingos de 10 a 14) y autora de “Políticamente Incorrecta”, “Yo viví en un harén”. Su primera novela, sobre la España de 1975, está en el mercado ahora: “Los días modernos”.

                      

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Yo: Durante la ultima etapa del procés has estado mucho en Cataluña, ¿La notas enferma?

Cristina López Schlichting: Mucho, padece un ambiente exacerbante.

Yo: ¿Qué dolencia le diagnosticarías? ¿Cuál es la causa?

Cristina López Schlichting: Cataluña está partida en dos y los independentistas pretenden que los constitucionalistas no son verdaderos catalanes. Las causas son complejas. Por un lado, cierto complejo de superioridad ha cristalizado en doctrina política supremacista. Por otro, la crisis ha permitido la difusión de una calumnia: “España nos roba”. Y, en tercer lugar, el hecho de que son las clases medias y altas las que encabezan el “procés” hace que su propuesta sea atractiva para los desfavorecidos sociales.

Yo: ¿Eso es racismo?

Cristina López Schlichting: No es racismo porque no es un problema étnico. Es Supremacismo: el desprecio de otro que pertenece a una supuesta clase inferior.

Yo: ¿Pero te parece lógico o inteligente que ocurra eso en el siglo XXI y en plena globalización?

Cristina López Schlichting: Los totalitarismos no son inteligentes, son producto de la soberbia ideológica. Pretenden “resolver” los problemas de su mundo a su modo, siempre excluyente. Pasó en la URSS o en los años 20 y 30 en Alemania.

Yo: Pero Cristina, en Europa, con nuestra historia, ya podríamos haber aprendido de esto, basta ver hace nada el caso de Yugoeslavia…

Cristina López Schlichting: Evidentemente. Pero no aprendemos, ni de la Historia ni -individualmente- de nuestros respectivos padres. Nos empeñamos en probar y equivocarnos personalmente. El nacionalismo supremacista es contrario a la necesidad de bloques grandes y eficaces, se enfrenta a la UE y a la realidad de un mundo donde puedes estar por la mañana en Tokio y al día siguiente en Nueva York, pero no olvidemos que tiene un fuerte componente local y provinciano. Por eso exalta el folklore popular, por ejemplo.

Yo: ¿No estará detrás también de este fenómeno que hemos perdido el norte trascendente?

Cristina López Schlichting: Sí. La trascendencia permite una vida más realista, porque te hace consciente de la inevitable mediocridad de este mundo. Te reconcilia con él y te permite mirarlo con compasión. En cambio, los populismos no aceptan la insatisfacción, elevan la nación a la categoría de ídolo. Son paganos. La nación se convierte en sinónimo de paraíso en el nacionalismo. El hombre, inevitablemente decepcionado por lo que le rodea, tiene sólo dos opciones: trabajar en paz para mejorar las cosas, sabiendo que nunca serán perfectas, o pretender la utopía. Para esto último precisa consagrarse a la causa como un fiel a una secta.

Yo: A falta de Dios, ¿el nacionalismo se convierte  en religión laica?

Cristina López Schlichting: Exactamente. Es una secta. La nación es el nuevo dios.

Yo: Pero si enfrentamos Cataluña a España, ¿Cuál pesa más?

Cristina López Schlichting: Es una pretensión infernal. España es la UE y es la modernidad. Pero una Cataluña nacionalista enfrentada a su patria puede ser una pesadilla durante décadas. En el mundo europeo no es posible la guerra convencional, de modo que hemos de aprestarnos a un largo combate publicitario y de sabotaje social.

Yo: Fijándote en la política catalana, ¿ves embrión de generosidad en alguno de los contendientes para gobernar para todos?

Cristina López Schlichting: El problema es el significado de la expresión “gobernar para todos”. El nacionalismo no tolera gobierno alguno que no lo favorezca constantemente. Es excluyente por definición, de modo que los candidatos jamás conseguirán saciarlo, por generosos que sean, salvo que sean los propios independentistas los que accedan a la Generalitat. Yo no creo que Arrimadas, Albiol o Iceta sean excluyentes en absoluto, pero el nacionalismo jamás los aceptará. Por muy simpático que se ponga Iceta, por ejemplo, nunca contentará a Junqueras o Puigdemont, y eso sin mencionar las CUP, Omnium Cultural o la ANC.

Yo: ¿O sea que de esta no salimos?

Cristina López Schlichting: Oh no. Hay cosas que no tienen solución, al menos inmediata. Este es un problema cultural que durará décadas. La política no puede resolverlo, sólo canalizarlo. Lo único que debemos esperar es que no degenere en terrorismo. Debemos comprender además que no es un mal exclusivo de España. Con la paganización de Occidente el hombre es cada vez más infantil. No puede aceptar que este mundo no es el paraíso y, cuando la realidad aprieta, reacciona abrazando los populismos. El brexit, la ultraderecha europea o Trump son manifestaciones del mismo fenómeno.

Yo: ¿Qué debería hacer el gobierno de España para ayudar a recomponer las cosas en Cataluña?

Cristina López Schlichting: El Gobierno ha intervenido la autonomía. Ha restituido la ley y demostrado que seguirá vigilando. La democracia parece garantizada. Pero particularmente creo que no es constitucional que los medios públicos de comunicación o la enseñanza estén al servicio del independentismo. Rajoy está en minoría y no se atreve a actuar sin Pedro Sánchez que, a su vez, no apoyaría una intervención en TV3 o Catalunya Radio. De modo que debemos fiarlo todo a las urnas: salvo que los constitucionalistas tengan un voto más que los independentistas y consigan gobernar con la abstención de Podemos, creo que la situación no hará sino ponerse difícil.

Yo: Mil gracias Cristina, Si es verdad, en la práctica de Europa, lo que dijo Nietzsche de que «Dios a muerto», habrá que ayudar a resucitarlo y cuanto antes.

Cristina López Schlichting: Es el único remedio ¡Pero lo bueno es que también funciona aunque las cosas no cambien!

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Nacido en Manresa, (Barcelona). Licenciado en Ciencias Biológicas (UB). Ex profesor (UAB), ex editor (Editorial Labor), ex político (Ayto de L'Hospitalet y Parlament de Catalunya) y ahora periodista.

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