A punto de vivir una autopsia en Asturias, se salva porque comenzó a roncar ante el forense
A punto estuvo de perder la vida. El recluso G.M.J. había sido dado por muerto cuando, tras encontrarle sentado en una silla «en estado inconsciente y sin muestras aparentes de violencia«, los médicos fueron incapaces de encontrar su pulso y posteriormente decretaron su fallecimiento. El afectado, que amenazó con toda una batalla en los tribunales, ahora reclama una indemnización de 50.000 euros.
Por si había alguna duda, hasta tres facultativos que se encontraban en el lugar examinaron el ‘cadáver’ y otorgaron la misma opinión: no se podía hacer nada para salvar su vida. Lo habían dicho los dos médicos de la prisión y el médico forense, por lo que todo aparentaba a que no había esperanza.
Ante la falta de pruebas, el juez ordenó el levantamiento del cadáver para ser trasladado posteriormente al Instituto de Medicina Legal de Oviedo, donde se iba a practicar la autopsia.
Con el cuerpo en la mesa y a punto de abrir la bolsa, el forense se encontró de repente con algo inesperado: había ruidos que no deberían de sonar. Y venían del lugar en el que presuntamente se encontraba el muerto, tal y como indica el diario local El Comercio.
«Tres médicos especialistas habían certificado la muerte del hombre»
Salvó su vida gracias a sus ronquidos
Los ronquidos son molestos, sin duda, pero G.M.J. deberá de agradecer su presencia durante el resto de su vida. Los ruidos que había realizado desde el interior de la bolsa y que habían llegado a los oídos de los técnicos fueron fundamentales para dar marcha atrás… en el momento más crítico.
La situación había sido tan límite, que incluso el hombre había permanecido un buen período de tiempo en el depósito de cadáveres. Tras certificar que seguía vivo, finalmente fue conducido al Hospital Universitario Central de Asturias. Allí se ha iniciado una investigación para comprobar cómo tanta gente y durante cinco horas, se dio por muerto al protagonista de esta historia.