CONCIERTO
Julio 2020
Sinfonía en cuatro movimientos
Anoche tú y yo fuimos intérpretes de una gran sinfonía.
Habíamos escrito la partitura tiempo atrás.
Fue durante el confinamiento y el ensayo fue on-line.
Pero los instrumentos se encontraban afinados y listos.
La ansiedad de nuestras emociones desencadenó el allegro.
Aunque en la partidura se marcaba como allegro ma non tropo.
Nos dio igual y la bestia que llevamos dentro pudo más…
Los dos hombres nos fusionamos en uno.
Nos buscamos la boca los labios y la lengua.
Salivando para burlar el virus…
Jamás habíamos mordido bocados de placer con tanto sexo.
El allegro nos impulsaba para abrasarnos al rojo vivo.
Parcelamos nuestros cuerpos para hacerlos hervir de placer.
El adagio lo interpretamos bajo la ducha.
Enjabonados los cuerpos nos pusimos más cachondos, se cabe…
Nos frotamos como si fuéramos piedras de pedernal.
Hasta que saltaron chispas de nuestro placer.
Con aceite nos sobamos, nos abrazamos y nos acariciamos…
El 2º movimiento complació, estimuló y sosegó nuestra piel.
Nos secamos el uno al otro y nos tumbamos.
En la cama fijamos nuestra mirada en el espejo del cielo.
Al instante nos fundimos piel con piel.
Tu arrodillado yo alojé mi cabeza rozándote con mi pelo.
Me apretaste con tus piernas, en contacto con tu polla.
Y trepando uno sobre el otro en sentido contrario,
nos encontramos gozando de la acrobacia 69.
Esta secuencia estaba marcada en el scherzo (3º) de la partitura.
Cada cual saboreó la polla y el capullo de su amante compañero.
Sobre todo, tu miembro saciaba mi hambre de rabo humano.
Faltaron notas de las sensaciones, emociones y las erecciones.
El concierto resultó una sinfonía armónica.
Sexual, sensual, erótica y por supuesto pornográfica.
Con los ánimos muy arriba abordamos el 4º movimiento.
Uno frente al otro nos masajeamos embadurnándonos de óleo.
El final de la sinfonía la abordamos con el abrazo Tantra.
Nos erizamos ándate con moto en las caricias con la lengua.
Supiste erguir mis pezones con el toque pluma de tus dedos.
Antes de penetrar con tu príapo,
mi cavidad anal se hacía hueco con tus dedos.
Te sentaste en el suelo, yo abrí mis piernas para tu falo erecto.
De manera que yo podía cerrar mis piernas,
acogiendo entre ellas tu cuerpo por el culo.
Es evidente que en esa posición con lenta suavidad.
Tu polla dura fue penetrando en mi ano hasta el fondo.
El peso de mi cuerpo facilitaba la penetración.
En esta posición entrelazados con piernas y brazos,
sentimos en mis entrañas,
yo el latido de tu verga y tú el gusto de follarme.
Mantuvimos durante largos minutos nuestros cuerpos juntos.
Fundidos con las sensaciones de tu picha en lo más hondo.
Nos acariciamos resbalando con el aceite nuestras manos.
Nos besamos sin pausa, estábamos muy hambrientos y excitados.
Renunciamos por el momento a tu deseosa corrida.
Tú cogiste mi polla y trataste de ponerla tiesa.
Mi grado de excitación casi me dejó en coma.
Había llegado al orgasmo.
Tú deseaste que yo te la comiera hasta llegar a la gran corrida…
Yo bramé de placer y tú cual verraco me buscabas para repetir.
En la apoteosis final de la sinfonía,
todos los instrumentos se desbocaron en el mismo éxtasis.