CATALUNYA EN MARCHA
«Cataluña, la ignominia en marcha. Si uno tuviera que definir en una línea el carácter del español, ¿cómo sería? Básicamente, español es, en el inconsciente colectivo, aquel que aplastó civilizaciones de América del Sur. Un conquistador, un guerrero, un soldado orgulloso de sus batallas. Además, los españoles, a su entender, nunca han conocido la derrota. Algunos contratiempos, a lo sumo. El tipo de batalla es no importante: ¡él es un soldado! Un guerrero que fundamenta su razón …»
Este artículo con tintes de ensayo ha sido descubierto entre mis archivos periodísticos. El trabajo ha llegado a mis manos anónimo. Investigando en la Red, más abajo muestro un enlace que podría estar relacionado con su autor. Pero lo que me ha impulsado a publicarlo en mis diversos BLOG’S, es que lejos de ser una fake news, este texto está dotado de características muy verosímiles. Además, que estoy disfrutando de la séptima década de mi vida, he tenido la experiencia de conocer Catalunya durante seis años. De 1973 a 1979 viviendo la Transición viajando por Aragón, Catalunya y Baleares; añadiendo que tengo una hija catalana de nacimiento.
Cataluña, ¡la ignominia en marcha!
Actualizado: 08/09/2018
Si uno tuviera que definir en una línea el carácter del español, ¿cómo sería?
Básicamente, español es, en el inconsciente colectivo, aquel que aplastó civilizaciones de América del Sur. Un conquistador, un guerrero, un soldado orgulloso de sus batallas. Además, los españoles, a su entender, nunca han conocido la derrota. Algunos contratiempos, a lo sumo. El tipo de batalla es no importante: ¡él es un soldado! Un guerrero que fundamenta su razón de existir en el enfrentamiento, la aniquilación del otro y la humillación del que ha sometido. Que éste sea un hombre, un toro o un molino, es indiferente. ¡Él ha vencido, él es fuerte y valiente! Que el combate sea desigual, ridículo o burlesco no le importa. Su propósito es mostrar su valor ridiculizando al que ha derribado. ¿Y si pierde una batalla? Borra el evento de su memoria y de la historia. El español es un personaje de la mitología ibérica: no lo es de una región en particular. Pero la región que mejor se adapta a esta descripción es la Castilla histórica, o el gobierno de Madrid. De ahí es donde emana ese pestilente olor a testosterona. Sin embargo, hay una constante remarcable: Castro era gallego, Franco era gallego, Rajoy es gallego, Hitler … Ah, no, no lo era, ¡Él era austríaco!” Las Españas son los países donde se pone el sol como decían los romanos (en francés se dice “donde se acuesta el sol”). Sera el país donde tenemos que vivir acostados? (En francés, vivir acostado significa vivir sometido. Todo eso es un juego de palabras preguntando si España es un país donde solo se pude cuando uno es sometido al poder).
¿Y el del catalán como es?
Su legado histórico hace de él un negociante. El Fenicio, el veneciano de la península ibérica. Primeramente, porque su derecho hereditario le ha forzado a ello: El derecho del “hereu”, que no es otra cosa que los hijos mayores heredan todo y no se comparten las propiedades. Esto obligó a los menores a establecerse en la ciudad y convertirse en burgueses. Es a partir de este momento que el tejido urbano, comercial e industrial se vuelve más denso en Cataluña. Cuando Castilla abre el monopolio del comercio con las Américas en los finales del siglo 18, Cataluña es lista: es la explosión económica. Además, el decreto de Felipe V prohibiendo a los catalanes hacer política no hace más que incentivar este activismo económico e intelectual.
Cataluña es una tierra de acogida desde la antigüedad. Los flujos migratorios de toda la cuenca mediterránea hicieron muy pronto de esta región un remanso de paz para muchos pueblos. Esta mezcla y estas migraciones son parte constituyente de la riqueza cultural y económica de Catalunya. A título de ejemplo: durante la inquisición, el conde de Barcelona fue el único que castigó a los culpables del genocidio del barrio judío de Barcelona.
¿Entonces cómo hacer coexistir dos sociedades, dos mentalidades tan diametralmente diferentes? Uno jerárquica y absolutista, en que el pueblo teme el poder y cumple con reglas, que no superó la Revolución Industrial, que lideró la contra-reforma ignorando el Siglo de las Luces. Y la otra compuesta por comerciantes, artesanos y juglares, en la que el poder es pactado, que ha experimentado la revolución del mercado además de la Revolución Industrial, que practicó la tolerancia, estimulado la innovación y ha hecho de la democracia una realidad natural y compartida.
Lo que sucede hoy en Cataluña es la pesadilla del conquistador: el pueblo al que intenta someter resiste y se niega a someterse al yugo. Entonces intenta aplicar sobre el insumiso las técnicas que conoce y que funcionan sobre sí mismo: infligir violencia y humillación.
Humillación …
Erigida en institución por el gobierno español a través de la aplicación del artículo 155 de la constitución española. Esta violencia practicada por el Estado y también legalizada por el Estado. De esta forma se permite a los medios de comunicación, a los políticos, a la gente de la calle, intimidar, insultar y menospreciar a los catalanes. Como en pleno franquismo, época bendecida por el gobierno actual, puesto que permitía a cada uno despreciar y oprimir al otro de forma legal. Comportarse con respecto a quien debe someterse a la condescendencia más despectiva. En la forma del racismo más inmundo. ¿Sabían? En el período franquista, los otros idiomas distintos al castellano estaban prohibidos. Cuando una persona hablaba uno de los idiomas prohibidos, catalán, euskara o gallego, era reprimido de la manera más dura: “Háblame cristiano!” Ejemplo para mostrar la diferencia entre el conquistador y el bárbaro. Hoy vuelve a ser lo mismo.
Hoy, este tipo de práctica está de nuevo permitida. Según Ramón Blázquez, la avalancha de ignominias y vejaciones derivadas de la aplicación del artículo 155 estaba programada por el gobierno. Es persistente y violenta en la prensa, especialmente televisión y en las redes sociales. Incluso el País Vasco, dice, durante los más violentos periodos del terrorismo no sufrieron tal tipo de vejaciones, humillaciones, insultos, descalificaciones y atropellos.
Hay dos caras en este torrente de ignominia
El primero es frontal y primario. Se trata de insultar y despreciar públicamente cuando Ana Rosa Quintana trata en directo al vicepresidente del Gobierno Catalán, Oriol Junqueras, de “gilipollas” o cuando Eduardo Inda califica en directo al presidente del gobierno catalán, Carles Puigdemont, de “mierda”. En esto se debe añadir la calidad más dudosa de los diferentes grupos de debate en foros de discusión o de entretenimiento que se lanzan a una verdadera carrera de insulto e ignominia.
La segunda cara de esta ignominia y quizás la peor, es la manipulación medios. Pesadamente orquestada en la prensa, artículos de opinión, editoriales y sobre exportada a todas las agencias de noticias, de forma coordinado como debe ser, el repertorio anti catalán es bastante unánime en los términos utilizados: desafío independentista, referéndum ilegal, golpe de estado, cobardes, adoctrinamiento contra el gobierno central, …. La violencia de los ataques, la manera desvergonzada de acusar con mentiras y la permisividad de las autoridades frente a esta situación digna de desencadenar muchas causas penales por difamación, muestra hasta qué punto el gobierno de los hidalgos de Madrid está decidido a hundirse en el desprecio y la humillación al pueblo catalán sin ningún límite ético.
Delante esta voluntad Medieval de hacer perder el honor al enemigo, se reconoce la impotencia y la debilidad del gobierno español. Mientras hace todo lo posible para matar al pueblo catalán humillándolo, no se da cuenta de que sus valores no son los de los catalanes. Los catalanes son obstinados, cautelosos y resistentes. Hace ya trescientos años que el español tratar de constreñirlos por la fuerza, pero es inevitable: Cataluña será independiente o no será.
Los catalanes están unidos a la idea de república al menos tanto como los españoles lo están a la dictadura.
Los catalanes saben, y especialmente sienten muy profundamente en su alma, que su salud está en la independencia. Que ellos no podrán vivir en España debido a que su gobierno los va a tratar siempre como a una colonia. Los catalanes saben que un día ellos vivirán, ellos o sus hijos, en su país y que compartirán sus valores democráticos y respetuoso con todos aquellos que quieran ser catalanes.
Y los españoles lo saben también …