¿Un funeral de estado en un estado aconfesional? ¿Por qué no se ha celebrado un funeral laico? ¿Por qué no se ha celebrado un acto religioso conjuntamente con el Islam y la Iglesia? ¿Por qué se ha excluido del rito a los miembros de la religión de los verdugos? ¿La unidad nacional formal frente a la unidad nacional emocional? ¿Una única e indivisible nación o un estado supranacional? ¿Una nación o una nación de naciones? ¿Lengua vernácula, lengua oficial o lengua materna? ¿Cuántas banderas diferentes se izarán en España a media asta? ¿Cuántas banderas se izarán por cada uno de los caídos de los otros países? ¿Pacto de estado contra la yihad al margen del Parlamento?
Todos estos interrogantes, según el Gobierno, los fieles seguidores de la Santa Transición y los medios de comunicación, están resueltos con la Constitución de 1978. Constituye el testamento de Franco: ESPAÑA ES UNA GRANDE Y LIBRE, que el Rey Juan Carlos I y sus secuaces llevaron a cabo desde 1975. La gran farsa pone su primera piedra en el PREÁMBULO del texto constitucional, cuando estable que: “La Nación española, deseando establecer la justicia, la libertad y la seguridad y promover el bien de cuantos la integran, en uso de su soberanía, proclama su voluntad de:” Esta es la primera y gran mentira, apuntalada de muchos embustes. Cuando los Reyes de España y el Gobierno llegan a Catalunya se encuentran como extraños. Sería el colmo del cinismo o de la ignorancia que se creyeran sus propias falsedades. La presencia de las autoridades del Estado, llevan debajo del brazo las denuncias ante todas las instancias jurídicas de Catalunya y de España, y sobre todo con la amenaza de aplicar el artículo 155 de la Constitución, a través de la aplicación del artículo 8.
Es evidente que los medios de comunicación constituidos por las Musas del PP, los Voceros del Régimen del 78 y los Boceras del Reino, seguirán predicando las bondades del dogma de la santa transición. Pero ni uno solo de estos interrogantes están incluidos en la agenda de los franquistas del corrupto Partido Popular. Desde aquí exijo al torpe, terco, parco y embustero, el muy excelentísimo señor Rajoy, que en lugar de romper el minuto de silencio con su vicepresidenta, lo rompa dando respuesta a todos los interrogantes de mi prólogo.