Siempre me ha gustado que los antiguos presidentes del gobierno se relacionen entre sí; que entre ellos haya buen rollo, sobre todo sabiendo como han sido sus relaciones mientras gobernaban. Un país normal, no puede permitirse el lujo de tenerlos enfrentados y olvidados. Los tres jarrones chinos pueden y deben ser útiles a demanda. La experiencia y el poso que da una presidencia de gobierno, tiene que poder ser útil cuando se les necesita y se les reclama. Es evidente que en su época de gobernantes, tuvieron luces y sombras, pero también lo es que pueden ayudar, y mucho, en determinados momentos y, cuando lo hacen, no es el momento de reprocharles nada.
Ayer, y por mor de un acto sobre la conmemoración de los cuarenta años de elecciones democráticas, coincidieron los tres en un coloquio, es la primera vez que lo hacen, en un momento crítico para la cuestión catalana. Sin que fuera premeditado, le echaron un empujón a Rajoy que, si sabe aprovecharlo, facilita sobremanera su actuación frente a los últimos envites del culebrón nacionalista.
Sabiendo que es del todo imposible que la solución al órdago de Puigdemont y sus huestes, no goce del consenso como mínimo entre el PP y el PSOE, que dos expresidentes del PSOE y uno del PP, que han gobernado más de treinta años España, sean tan rotundos en la inviabilidad del proceso y, sobre todo, en que es tan Constitucional la autonomía catalana como la aplicación del articulo 155 de nuestra Carta Magna, supone más que un balón de oxigeno para que Rajoy, hasta ahora incapaz de casi nada, pueda actuar para abortar el proceso.
No entiendo nada. Oídas las opiniones de nuestros ex, ¿serán, Rajoy y Sánchez, capaces de acabar con esta amenaza juntos y con firmeza? ¿Alguien me lo explica?