Ya son tres los presidentes de grandes federaciones deportivas españolas, que han tenido, por su gestión, líos con la justicia. José Luis Escañuela, que ya fue inhabilitado, presidente de la Federación Española de Tenis; José Luis Sáez, que fuera presidente de la Federación Española de Baloncesto y ahora el casi eterno presidente de la Federación Española de Fútbol, Ángel María Villar. Sin olvidar la presunción de inocencia, no deja de ser llamativo que las más que dudas sobre las distintas presidencias investigadas, tengan que ver con euros desaparecidos y diversos comportamientos para seguir en el cargo.
Es curioso que cuando ayer estalló la noticia de la detención, dentro de la operación ‘soule’ del presidente Villar, su hijo y otros dirigentes, la frase más usada fuera: ‘se veía venir’. Parece que había, alrededor del mundo del fútbol, una sospecha generalizada sobre la cual nadie, amén de marujear, hizo nada. En España sospechamos de todos, rumoreamos de muchos y al final unos cuantos, más de la cuenta, acaban enjuiciados. Ni que decir tiene que la presunción de inocencia, ya es historia; en parte porque somo así de envidiosos y en gran parte también porque estamos rodeados de chorizos de alto standing.
El poder, corrompe y el poder que dura tanto, tiende a corromper todavía más; es por esto que la limitación de mandatos no es mala cosa, aunque para algunos suponga el tener que correr más en agenciarse de lo ajeno y, entonces, es peor el remedio que la enfermedad.
No entiendo nada. Vista la experiencia del mundo del fútbol plagado de excepciones en su funcionamiento. ¿No es necesario no dejarles pasar ni una como su fuera un ámbito más? ¿Alguien me lo explica?