Conversación tranquila de @jmfrancas con Antonio Jimeno Fernández (@antojimeno). Presidente del Sindicato AMES (Acción para la Mejora de la Enseñanza Secundaria), un sindicato de profesores de Secundaria de ámbito catalán.
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JMF: ¿Cómo está la secundaria?
Antonio Jimeno Fernández: La enseñanza secundaria obligatoria (ESO) es la peor etapa de nuestro sistema educativo. Su mejora, establecida en la LOMCE, se encuentra actualmente paralizado por el cambio de gobierno. A ello se ha añadido últimamente una mayor politización de la educación y su manipulación por parte de algunos gobiernos autonómicos. La Primaria, dado que comprende alumnos de menos de 12 años, no se ve tan afectada. Y el Bachillerato, dado que los alumnos luego han que rendir cuentas en las pruebas de acceso a la Universidad, mantiene un mínimo de rigor y de exigencia. En cambio la ESO, dado que cada centro puede “ajustar” las notas finales a las necesidades del centro, es decir puede aumentar las notas para tener suficientes alumnos con los que crear los cursos de Bachillerato o de FP, nunca ha funcionado bien y sigue sin funcionar.
JMF: ¿En qué afecta el cambio de gobierno?
Antonio Jimeno Fernández: Al producirse la congelación de las evaluaciones finales establecidas por la LOMCE por parte del ministro Íñigo Méndez de Vigo, el sistema continúa igual de mal, es decir con una falta total de control por parte del Ministerio, e incluso de las CC. AA. Fue un gran error. El ministro lo hizo para quedar bien con las CC. AA., temerosas éstas de que se descubriera que en realidad las cosas no van también como ellas dicen en sus informes, incluidas algunas comunidades gobernadas por el PP. Con el cambio de gobierno, las cosas continúan igual de mal y van a empeorar si sale adelante la ley Celaá, ya que pretende dar más competencias a las CC. AA. Si esta ley llega a establecerse, no tendrá ningún sentido seguir manteniendo el Ministerio de Educación.
JMF: ¿Me hablas de lo que conocemos como privada?
Antonio Jimeno Fernández: Me refiero a todos los centros, los de la privada pura, los de la privada concertada y los de la pública. Porque actualmente, también en los centros públicos si hay una matrícula muy baja, porque los alumnos se van en busca de otro centro público que todavía sea más permisivo, la Consejería de Educación no lo sigue manteniendo abierto, sino que lo transforma en otro tipo de centro. Es por ello por lo que tampoco en los centros públicos el profesorado es riguroso en dar las notas reales de los alumnos.
JMF: ¿Qué es eso de las evaluaciones finales?
Antonio Jimeno Fernández: Las evaluaciones finales de ESO son unas pruebas externas, es decir realizadas por profesores de fuera del centro, que constituyen tribunales, cuya superación es indispensable para aprobar la ESO. Están establecidas en la LOMCE pero cuando se fue el ministro Wert y llegó el ministro Méndez de Vigo, éste las paralizó. Hay dos tipos de pruebas, la que da acceso al Bachillerato y la que da acceso a la FP, que tiene menos exigencia en matemáticas y más exigencia en materias aplicadas. De esta forma todos los alumnos pueden encontrar un camino que se adecúe a sus capacidades e intereses personales. Por ello, ya en el 4° curso de ESO se establecen dos caminos o itinerarios: el 4° de ESO que prepara para superar la prueba externa que da acceso a la FP, y el 4º de ESO que prepara para superar la evaluación externa que permite acceder al Bachillerato.
JMF: Esas pruebas no se han llegado a realizar desde las reválidas de antes ¿no?
Antonio Jimeno Fernández: No, no se han llegado a realizar. Es una pena. En Portugal se establecieron en 2012 y por ello ha sido el país que más ha mejorado en las pruebas PISA de 2015, cuyos resultados son los últimos que conocemos (se conocieron en 2016). Hoy, Portugal está muy por encima de España en dichas pruebas. El caso es que además de comportar un estímulo al alumnado a esforzarse más, y al profesorado a enseñarle todo lo que necesita, estas pruebas permitirían asegurar a los padres que sus hijos han alcanzado los niveles establecidos en la ESO. Por otro lado, permitirían detectar si en algunas comunidad autónoma se ha excluido el castellano de la enseñanza y, por ello, los alumnos tienen un nivel insuficiente en la lengua común del Estado, lo cual es un perjuicio enorme para la vida profesional del alumno, ya que el español lo hablan 570 millones de personas, mientras que ninguna de las demás lenguas cooficiales autonómicas llega a 12 millones.
JMF: Y Celaá, ¿qué pretende ahora?
Antonio Jimeno Fernández: La ley que pretende sacar adelante es un ataque a la enseñanza, a la lengua común y a la unidad del país. En orden de mayor a menor perjuicio para nuestro sistema educativo, los cambios anunciados son: la retirada de las evaluaciones finales en Primaria y en ESO, la supresión de los itinerarios en 4º de ESO, el aumento de competencias de los equipos docentes para poder aprobar a los alumnos que quieran, pese a que tengan malos resultados académicos, permitir aprobar el Bachillerato con una asignatura suspendida y permitir que sean las Comunidades Autónomas y no el Ministerio las que decidan si se puede o no utilizar el castellano en la enseñanza. Aunque menos importante, también cabe citar su intención de que la nota de la Religión no cuente para hacer la media y no restablecer el requisito de que los libros de texto han de contar con la autorización previa por parte del Ministerio de Educación. Además, retira las competencias que actualmente tiene la Alta Inspección sobre los contenidos que se enseñan en las CC. AA. Por otro lado, al desaparecer el requisito de que la lengua castellana o español se haya de utilizar en “una proporción razonable”, los jueces ya no podrán emitir sentencias obligando al colegio a impartir un mínimo de un 25% de las horas en castellano.
JMF: ¿Ir a peor entonces?
Antonio Jimeno Fernández: No solo sería un ir a peor en la enseñanza, sino que significa ir hacia el final de nuestro país en cuanto a su unidad territorial. La ley Celaá propiciaría que lo que pasó el 27 de octubre de 2017 en Cataluña, con la declaración de independencia, sucediera en más sitios. Si la ley de la ministra Celaá saliera adelante, se generaría una serie de bombas de relojería que estallarían de forma sucesiva, porque si desaparece la enseñanza de la lengua común y, además, se enseña una visión de la historia en la que los reyes de España y los gobiernos de Madrid siempre han ido contra la comunidad autónoma, sea esta Cataluña, el País Vasco, la Comunidad Valenciana, Baleares o Galicia, ningún alumno de estas comunidades va a tener identidad española, sino todo lo contrario, siempre va a ver al resto de España como el país culpable de todos los males económicos, políticos y culturales que padece su comunidad.
JMF: Eso que es tan evidente, ¿no lo ven o es lo qué buscan?
Antonio Jimeno Fernández: Lo que siempre han dicho los partidos que han apoyado las leyes socialistas (la LOGSE y la LOE) para justificar la falta de exigencia y el no establecer itinerarios diferentes en la ESO para adecuar la enseñanza a las capacidades de cada alumno, es que si queremos una sociedad sin clases sociales, no puede ser que ya la escuela las establezca, separando a los que aprueban de los que suspenden. Para evitarlo, proponen que se fuerce la máquina al máximo, para que todos los alumnos avancen juntos hasta el final de la enseñanza obligatoria, es decir hasta los 16 años, lo que comporta regalar el aprobado a muchos alumnos y exigir menos a los que podrían dar mucho más. Al principio algunos podían aceptar esto en aras a la igualdad, pero viendo los funestos resultados que este planteamiento está dando durante tantos años, esta justificación ya no es aceptable. Actualmente lo que es más evidente es que no controlando nada de lo que hacen los secesionistas, es decir dejándoles que sigan utilizando los centros educativos como canteras políticas de nuevos votantes independentistas, los socialistas pueden seguir en el gobierno de España. Ellos piensan que pueden crear un Estado federal, pero esto es pura ignorancia. En Cataluña los independentistas quieren la independencia, en absoluto quieren formar un Estado federal con el resto de España. La enseñanza sin control alguno por parte del Ministerio, junto con los medios de comunicación propios autonómicos, han sido los dos instrumentos básicos que han utilizado para moldear su población.
JMF: Y, ¿qué hace un profesor vocacional frente a esto?
Antonio Jimeno Fernández: Un profesor solo no puede solucionar este problema. Si exigiera esfuerzo, como los alumnos saben que en otros centros no se han de esforzar tanto porque se exige menos, no lo harían. Incluso ese profesor se debería enfrentar a los padres, la junta de evaluación, el director, el inspector, etc. Además, ya en su clase se encontraría con alumnos con capacidades tan diferentes que sería muy complicado exigirle a cada uno lo que puede dar. Tampoco un centro educativo solo puede solucionarlo, porque si lo intentará, muchos de sus alumnos suspendidos se irían a otros centros más permisivos. Esto solo se puede arreglar desde un gobierno que se planteara mejorar el sistema educativo del país, haciéndolo más eficaz y más diversificado. Un gobierno que se planteará que su país dejara de hacer el ridículo en las pruebas internacionales, como ya han hecho los gobiernos de otros países próximos.
JMF: Estamos condenados a una mala enseñanza entonces. Gracias Antonio y feliz año.
Antonio Jimeno Fernández: No, no estamos condenados a nada. Hay solución, que el Estado cumpla con su principal obligación, que es garantizar, mediante una reválida al final de la enseñanza obligatoria (ESO), que las calificaciones que los centros dan a las familias realmente reflejan los conocimientos de los alumnos. Es lo que ya hace en los demás sectores, por ejemplo en la alimentación con los controles de sanidad, en la industria con las inspecciones técnicas, en las empresas mediante los inspectores de hacienda, en el transporte mediante las ITV, etc. Si también lo hiciera en enseñanza, todo se arreglaría y seríamos el país revelación en las próximas pruebas internacionales. Simplemente hacen falta otros gobiernos. Feliz año 2019.
JMF: Buen deseo para 2019. Un abrazo Antonio.