Anna y la tribu

Las recientes declaraciones, espero que a título personal, de la diputada autonómica de mi tierra, Anna Gabriel perteneciente a las CUP, me han dejado de piedra. Ya sé que...
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Las recientes declaraciones, espero que a título personal, de la diputada autonómica de mi tierra, Anna Gabriel perteneciente a las CUP, me han dejado de piedra. Ya sé que llevo tiempo alejado de nuestra comarca común del ‘Bages’, pero, por lo que me cuentan y veo las veces que voy, la gente normal sigue viviendo en familia. Esta profesora de Historia del Derecho de la misma Universidad en la que yo fui profesor, la Autónoma de Barcelona, añora “la tribu” y razona del siguiente modo: A ella le gustaría parir en cabila porque lo que tenemos, la familia tradicional, le “parece pobre, enriquece muy poco, y tiende a convertir a las personas que tienen niños y niñas en muy conservadoras. Como quieres lo mejor para los tuyos, y los tuyos son muy pocos, porque son uno, dos o tres… se entra en una lógica perversa” es por eso que ella quiere un modelo en que «quien educa es la tribu, y por tanto no existe este sentimiento de pertenencia del hijo o hija que has tenido a nivel biológico, sino que son tan hijos o hijas tus los que has tenido tú como el resto”.

Las declaraciones no tienen desperdicio y mi duda existencial está en que sinrazón intelectual las fundamenta. Podría ser que, a estas alturas, Anna haya descubierto el valor de la familia muy numerosa, bienvenida entonces al club, aunque para este modelo familiar no hace falta ni la poligamia ni siquiera la granja fábrica cachorros, basta con controlar menos la cosa y parir más. Podría ser que su punto intelectual atávico nazca de lecturas mal digeridas de Jane Goodall o Dian Fossey, sobre chimpancés y gorilas respectivamente, releyendo a las autoras y ampliando el espectro de etólogos este hippismo se cura. También puede ser que la soberana regresión cultural a la que se quiere someter, venga del afán colectivista del totalitario maoísmo, y eso ya es más peligroso pues sabemos que esta jauría de personajes no se contentan con pensar chorradas sino que pretenden que el resto, a bofetadas, las compartamos.

No entiendo nada. ¿Qué les pasa a algunos políticos que pretenden que sus propias frustraciones marquen la organización social? ¿Alguien me lo explica?

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Nacido en Manresa, (Barcelona). Licenciado en Ciencias Biológicas (UB). Ex profesor (UAB), ex editor (Editorial Labor), ex político (Ayto de L'Hospitalet y Parlament de Catalunya) y ahora periodista.

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