Alfonso Pelayo
Pedro Taracena
La Comunidad Autónoma de Madrid es compleja en su estructuración social, política y económica. Además, es la capital de España. Una especie de distrito federal en el Estado de las Autonomías. Exacto, es eso y desde Madrid están jugando el mismo papel que jugaron los independentistas catalanes; en definitiva, es un juego de poderes e intereses políticos de ganancias políticas avaladas por la pandemia. Pero la realidad con la pandemia instalada en este año 2020, es aún más complicado el mosaico político fraccionado como nunca.
En la Comunidad de Madrid, lejos de haber un encuentro de tendencias hay un choque frontal de odios ancestrales. El Madrid Central, la privatización de la Sanidad y la Educación, la cesión a los Fondos Buitre de las Residencias de Mayores, la destrucción de los nombres republicanos en la Necrópolis de Madrid, el protagonismo de la Iglesia, la lucha de los nombres de las calles, la bajada de impuestos para crear una especie de separatismo donde se aloje un paraíso fiscal y un largo etc. Mil formas de conjugar el verbo odiar.
El espectro político no puede ser más apropiado para la dispersión y la falta de diálogo y por supuesto la ausencia de acuerdos.
En la Asamblea de Madrid se libran las batallas locales salpicadas de corrupción como no podía faltar. Las tres derechas forman una opción granítica y contundente. El franquismo ya sin complejos se presenta en tres opciones: VOX sin prejuicios y explotando al máximo la oportunidad que le da la prensa y la propia Asamblea de Madrid, para celebrar su mitin permanente de propaganda. El PP sin desautorizar las barbaridades de VOX, las escucha con agrado conviviendo y alegrándose del apoyo que tienen y de cómo se sustentan unos a otros. Y el tercero, que sujeta el mismo cirio en la misma procesión: Ciudadanos. La cara más amable del mismo perfil político que permite dignificar y blanquear a los otros dos partidos y sus ideas de privatizar absolutamente todo. La foto de la plaza de Colón de Madrid es una imagen fija que se proyecta desde la lejanía del tiempo y que ha forjado esa alianza y ese entendimiento. La izquierda está arpada por los desencuentros y divisiones de Podemos y Más Madrid y el socialismo está ausente por el miedo que tienen a que los relacionen con una izquierda agresiva que quiere hacer avanzar un país y una comunidad anclada en el pasado del régimen franquista-democrático de 1978 y el pisoteo continuo de la Constitución española.
La pandemia ha venido a complicar más la situación política. En la gestión sanitaria del Coronavirus ha habido, un choque de trenes. El AVE del Gobierno de España y el tren de cercanías de Madrid, o sea, potenciar la salubridad por parte del estado y no perder los intereses económicos que tiene la Comunidad, por parte del trío privatizador del gobierno madrileño: una vez más, la eterna pelea de salud y economía, como dando a entender que las personas que mueren no son productivas. Y al final se ha impuesto el Estado de Alarma en el territorio de la Comunidad, aunque en todo el país se está tratando de establecer el difícil equilibrio entre la salud pública y la economía. En el ADN de la derecha está la privatización de todo lo que nos rodea, incluyendo el aire que respiramos.
Los recortes históricos han producido muertes prematuras y por desamparo sanitario. Los Jueces en Madrid están contaminados, muy contaminados al ver solo el momento presente y no la evolución privatizadora que se ha venido dando desde ese régimen antihumano de 1978.
A la derecha le interesa estar fragmentada porque su único interés está en derrocar al Gobierno que consideran ilegítimo, pero esa fragmentación no es real por la propia convivencia y apoyo que se dan: conviven y se alientan. La situación de Catalunya con el separatismo no es más grave que la de Madrid con su falsa unidad.
España y sus comunidades son una entidad que ha vivido en la mentira desde 1936, ni el Coronavirus será capaz de hacernos cambiar. Invertimos más en mantener la hostelería que en la Sanidad Pública y en la Investigación I+D+I.
El desmantelamiento de la propia sanidad, de la industria, de la agricultura y la potenciación del bar de Europa, con un turismo de baja calidad económica y cívica, ha ayudado a desmantelar y crear intereses privados donde se valora más la ganancia económica que la ayuda y/o beneficio social que se da, sea en calidad de vida, calidad de enfermedad, sanidad, o cualquier otra forma de dignificación de y hacia las personas.
A pesar de todo seguimos apostando por el Gobierno de Coalición. Y la dictadura contra el Coronavirus, ya que han abierto una brecha que nadie, hasta ahora, había trazado, la dignificación de las personas y lo público como fuente de bien social y común.
Mientras, Quo Vadis Ayuso…