Ciudadanos se abre a negociar con los barones críticos con Sánchez para no atarse al PP en las futuras elecciones
El partido de Rivera rechaza exportar a las autonómicas y municipales el modelo de pacto en Andalucía dependiente de Vox
El portavoz del partido, Juan Carlos Girauta, ha abierto la puerta a alcanzar también acuerdos puntuales en 2019 con el PSOE, «no con el sanchismo»
Rivera aprovechará el intenso horizonte judicial que se le avecina al PP por casos de corrupción y le aplicará la política del palo y la zanahoria
Ciudadanos ha parado los pies al PP de Pablo Casado que ya se ve tras las elecciones de mayo de 2019 pactando con los de Rivera para recuperar el poder perdido por Mariano Rajoy en las anteriores elecciones autonómicas y municipales. El nuevo líder del PP incluso sueña con poder ocupar en breve La Moncloa.
Pactos con los barones del PSOE «no sanchistas»
Ante esas buenas perspectivas, en Ciudadanos no quieren atarse exclusivamente al PP y no descartan en el futuro acuerdos con el PSOE, aunque Girauta ha matizado que preferentemente sería con aquellos barones socialistas alejados del «sanchismo». El matiz es importante porque hay comunidades donde los presidentes actuales se han mostrado críticos con Pedro Sánchez al que culpan de haber llevado al partido a la derrota en Andalucía por su política en Catalunya y su alianza con los independentistas.
Tal es el caso de Emiliano García-Page, en Castilla La Mancha; o Javier Lambán en Aragón. «Como liberales progresistas sabemos con quiénes podemos entendernos mejor», ha sentenciado Girauta, sin citar nombres.
A juicio de los dirigentes naranjas, el caso de Andalucía -en donde han sostenido al Ejecutivo de Susana Díaz durante tres años y medio y ahora le dan la espalda- es ahora «excepcional» porque los socialistas llevan allí gobernando cerca de 40 años y era «un clamor» la necesidad de «cambio».
Sus esperanzas están puestas sobre todo en las generales dado que por primera vez ven muy probable poder dar el sorpasso al PP de Pablo Casado. Los dirigentes de Ciudadanos han comenzado a preparse ante la posibilidad de que el presidente del Gobierno pueda hacer coincidir estos comicios con los tres que hay previstos en mayo en un superdomingo electoral.
Los de Rivera temen que Vox irrumpa con fuerza en el Congreso y en otros parlamentos y ya se están poniendo la venda por si ese pronóstico se cumple. De ahí que Girauta haya hecho mucho hincapié en afirmar que su partido siempre va a «primar» en las negociaciones para llegar a acuerdos «a los partidos constitucionalistas y europeístas». Es decir, darán prioridad al PP y al PSOE, a pesar de que Rivera hace tiempo que ha declarado a Sánchez fuera del constitucionalismo por su empeño por mantener el pacto con los que quieren «liquidar España». Y dejarán fuera a Podemos y a Vox.
Huir del apoyo de Vox, una obsesión para Rivera
Las presiones de sus compañeros liberales de Alde para que se aleje de la formación ultraderechista han puesto en una difícil tesitura al líder de Ciudadanos. Rivera sabe que si cierran un gobierno con el PP en Andalucía tendrán que aceptar la votos de Vox. Y esa va a ser una realidad que no van a poder soslayar.
¿Como podría Rivera justificar un acuerdo con la extrema derecha en España mientras en Europa se posiciona contra ella? La pregunta martillea al líder de Ciudadanos ante la cercanía de las europeas y las advertencias de sus socios liberales de Alde.
En cuanto a las autonómicas y municipales, Ciudadanos parte con una gran desventaja frente al PP y al PSOE. El partido de Rivera no tiene ahora una gran implantación territorial. En 2015 logró 58 diputados autonómicos en total, y 1.527 concejales a nivel municipal. Está ausente además de varios parlamentos regionales como Castilla La Mancha, Navarra, País Vasco, Galicia y Canarias; y no ostenta alcaldías de peso.
En esas mismas elecciones los socialistas lograron gobernar -con pactos o solos- en Extremadura, Castilla La Mancha, Aragón, Asturias, Comunidad Valenciana, Baleares y Canarias. Las demás comunidades – salvo Navarra y el País Vasco- siguen en manos del PP: Castilla y León, La Rioja, Murcia, Madrid y Galicia.
El partido sabe que ese panorama va a mejorar para ellos pero que eso no significará que vayan a lograr liderar los cambios. Uno de los ejemplos más dolorosos ha sido Catalunya en donde ganaron las elecciones a los partidos independentistas pero no pudieron gobernar. Tampoco lo intentaron, es lo cierto, «porque la aritmética no nos daba», han sostenido siempre.
El temor de Ciudadanos precisamente es que el escenario de Andalucía se repita: es decir, que ellos dupliquen sus resultados pero el PP y/o el PSOE sigan manteniéndose por delante en otras autonomía a pesar de perder buena parte de su electorado, mientras Vox entra con fuerza y se convierte en la llave para cualquier acuerdo entre los partidos del centro-derecha.
Así que en Ciudadanos se preparan para continuar luchando contra «el bipartidismo» para poder rebañarles votos y reclamar el liderazgo de esos futuros gobiernos.
Política del ‘palo y la zanahoria’ con el PP
De momento, y pese a estar en plenas negociaciones en Andalucía, Rivera ha empezado a alternar la política del ‘palo y la zanahoria’ con el PP, decidido a seguir utilizando la corrupción como arma arrojadiza.
El miércoles pasado, en su visita a Sevilla para hacerse la primera foto con los 21 diputados de su grupo parlamentario, el líder de Cs propinó un inesperado y duro zasca a Moreno. «Yo quiero que el Gobierno de cambio en Andalucía lo encabece alguien limpio de corrupción. Imagínese que Moreno es presidente y luego le imputan por el caso Bárcenas y tiene que ir a declarar a los juzgados. O que su partido vuelve a ser condenado por corrupción», afirmó dejando ahí la frase, ante la sorpresa de muchos.
La semana pasada, después de publicarse que agentes de la Policía Nacional participaron en un operativo de espionaje al extesorero del PP Luis Bárcenas, en la denominada Operación Kitchen, los dirigentes de Ciudadanos no tuvieron más remedio que posicionarse en contra de los de Casado.
En vísperas de su primer viaje a Sevilla para iniciar las negociaciones con los populares, José Manuel Villegas calificó el caso de «gravísimo» y afirmó que había que «investigarlo y llegar hasta el final». «Cada día nos encontramos con noticias preocupantes sobre utilización no ya de la caja B del PP, sino de fondos públicos para intentar tapar la corrupción. Es algo gravísimo», sentenció.
En el partido de Rivera siguen muy atentos a la evolución del caso Villarejo por el espionaje con fondos reservados a Bárcenas, un caso que apunta a excargos del PP del Ministerio del Interior que ahora son miembros de la actual Ejecutiva de Casado. Entre ellos, el que fuera director de la Policía en tiempos de Rajoy y uno de los que promocionó esa brigada política, Ignacio Cosidó, que ahora es el polémico portavoz del Grupo Popular en el Senado.