A una hora tan torera como son las cinco de la tarde se despidió de la vida política la Teacher de Chamberi. Esperanza Aguirre, en pocos minutos dijo adiós a 34 años de vida política, empezó como concejal de Madrid en 1983 y acabó como concejal de Madrid en 2017. El PP lo remató dedicándole dos escuetos párrafos del comunicado oficial, y el PP de Madrid gastó más palabras pero mucho peor tono. Ha sido Ministra de Educación, Presidenta del Senado, Presidenta de la Comunidad de Madrid… Ha sido de todo… y la despiden en seco.
Buscando los panegíricos sobre ella en la prensa del día después de su adiós político, casi no he encontrado más que diatribas. Lo que hay que ver, leer más bien. Es difícil, si uno quiere ser objetivo, ver el esplendor de la Comunidad de Madrid, comparada con muchas otras, sin recordar a Esperanza. El Metro de Madrid, los nuevos hospitales de la Comunidad, el impulso económico de esta Comunidad, y más cosas que me dejo, son herencia de la Aguirre. ¿No merece una alabanza?
El ejemplar más liberal de la política española se borra del escaparate político por las malas actuaciones de otros a los que ella dio poder. Es políticamente responsable sin duda de ellos, y por eso se va, pero merece no solo un respeto sino un reconocimiento y un recuerdo que no rezume odio o envidia, sino consideración por no decir agradecimiento.
No entiendo nada. El PP, que ya fue miserable con Rita Barberá, ¿ahora lo será con Esperanza? ¿Alguien me lo explica?