Vivir, sólo vivir vale la pena. Hoy es uno de esos días alegres, de comienzo, de mirar al sol cuando amanece, de posar los ojos en el cometa que estalla y de prestar oídos a las campanas que doblan. Es el tiempo de soñar, y de reír, y de amar, y de escribir hasta el último aliento, que a buen seguro será poético.
Soñemos como Dante soñó al ver por primera vez a su amada Beatriz Portinari al salir de misa, de aquella iglesia recoleta y refugiada en una calleja sombría de Florencia. Incipit vita nova es el método que surge de un instante glorioso de lucidez y de emoción, que golpea más allá de la conciencia y que la inunda. Lo contó Dante, al comienzo de su Vita Nuova, al conmemorar el recuerdo de su amada. Con ellos fraguó el encuentro fugaz y el enamoramiento más fértil y providencial de la literatura. Cuando se cruzaron, Dante era un joven inexperto a punto de cumplir los diez años. Beatriz era ya “la gloriosa dama” de sus pensamientos.
Llevaba —cuenta el poeta— un vestido de “nobilísimo, sencillo y recatado color bermejo, e iba ceñida y adornada de la guisa que correspondía a sus juveniles años”. Fue verla y, en ese instante, el espíritu vital de Dante, “que en lo recóndito del corazón tiene su morada”, comenzó a latir de nuevo, como un pájaro que pugna por alzar el vuelo para llegar al lugar donde mejor cantan los pájaros. Apresurado, tembloroso, murmuró en latín algo así: “He aquí un Dios más fuerte que yo, que viene a dominarme”. Y ese Dios era, naturalmente, el amor. La fuerza del mundo que eleva a alturas celestiales, místicas y sublimes. El amor de Beatriz sería, por siempre y para siempre, el motor de su inspiración, la valentía para afrontar los desafíos de la edad y la dicha perpetua.
Con su Vita Nuova, Dante debutó en el movimiento poético de los Fedeli d’amore, del Dolce Stil Nuovo. Como todos los enamorados, Dante desató las iras y protestas de los poetas de la generación anterior. Éstos consideraron el nuevo estilo como un laido errore (feo error) y se desató una tensión poética a través de una incesante correspondencia de sonetos rebosantes de acrimonia. Dante y los nuevos poetas —Guinizzelli, Cavalcanti, etc.— atacaron por su parte a la vieja poesía y la tacharon de ampulosa y artificial porque no seguía el verdadero dictado del amor, el hecho interior que debe analizarse y obedecerse con sinceridad registrando los efectos que produce en el alma gentil. No en vano, para Dante, el sentimiento del amor era gentilezza, potencia que puede volverse acto en el corazón: “Ne li occhi porta la mia donna Amore, / per che si fa gentile ch’ella mira”. [Mi amada lleva amor en los ojos, y por eso lo que ella mira se hace gentil.] Sus versos ponen el acento sobre la espontaneidad expresiva, pero con ellos el florentino subraya la sinceridad con que obedece al eco del amor: “I’mi son uno che quando amor mi spira, noto, e a quel modo che’d’ditta dentro vo significando”. [Yo soy alguien a quien cuando el amor me inspira, anoto, y de la manera que me dicta voy significando.]
La turbación del amor, la dulzura, lo inefable, el éxtasis quedan, para los amantes, grabados en los versos iniciales de un soneto de Dante en su Vita Nuova: “Ov’ella passa, og’om ver lei si gira e cui saluta fa tremar lo core si che bassando il viso, tutto smore”. [Donde ella pasa cada hombre voltea, y a quien saluda se le estremece el corazón, así que bajando el rostro, palidece todo.]
Y en otro soneto, Dante subraya el temblor y el silencio que la mujer amada suscita a su alrededor: “Tanto gentil e tanto onesta pare la donna mia quand’ella altrui saluta ch’ogni lingua deven tremando muta e li occhi no l’ardiscon di guardare”. [Tan gentil y honesta se muestra la dama mía cuando un saludo ofrece, que toda la lengua enmudece, y los ojos no se atreven a mirarla.]
Todavía hay algo más tierno en la Vita Nuova: el disimulo, el ocultamiento amoroso y de los pensamientos para defenderlos de la curiosidad de la gente que se burla de lo intangible, de lo que no se puede entender y que, aun así, existe de verdad: “Io potesse degnamente parlar di lei […] dicer di lei quello che non fu detto d’alcuna”. [Hasta cuando yo pueda hablar de ella […] decir de ella lo que no se ha dicho de ninguna otra.]
Para Dante, parafraseando a san Juan en su Evangelio, en el principio fue el amor. En él encontró la palabra que conforma el mundo, el nombre que lo explica todo. Quizá antes de encontrar el amor existían cielos, mares, noches, días, pero ¿quién puede comprender todos esos milagros si no los ve en los ojos de la persona amada?
Incipit vita nova. No se dice nada nuevo. El amor es una invención de los poetas. Una sólo aspira a dejar testimonio escrito del sentimiento amoroso en unas líneas cortas donde garrapatean palabras emocionadas, trémulas, como el corazón de Dante ante la contemplación de Beatriz