50º ANIVERSARIO ANÁLISIS HISTÓRICO
RAID PARIS KABOUL PARIS 1970
A MODO DE EPÍLOGO EN PRIMERA PERSONA
Por Pedro Taracena
Periodista
El Raid Paris Kaboul Paris 1970 supuso para un joven de la época un auténtico hito. Más aún, si se trata de la juventud que participó en el viaje, procedente de la España de los años setenta, el interés por lo desconocido era mayor. Los chicos y chicas vivíamos inmersos en un país, donde impera una dictadura de corte militarista y con una dimensión política y social de carácter confesional. Es decir, donde el maridaje Iglesia Estado garantiza el nacionalcatolicismo. Donde el Derecho Canónico era Ley Civil.
Además, el régimen nos prohibía viajan a los países satélites de la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas). La antigua Yugoslavia y Bulgaria, estaban incluidas en esta lista. Como consecuencia nos retuvieron el pasaporte y nos entregaron otro donde se nos autorizaba únicamente el tránsito.
No obstante, para los españoles el resto del recorrido nos brindaba las mismas ilusiones y sorpresas que al resto de jóvenes europeos. Los tres países asiáticos nos presentaron formas diferentes de entender la cultura del Próximo Oriente. Pero quiero resaltaL que, salvando las distancias en el tiempo, y sobre todo las nuevas circunstancias sociopolíticas y militares, personalmente, no dudaría en volver a repetir aquel viaje para locos, o quizás para jóvenes, simplemente.
Turquía disfrutaba de la europeización que había implantado Mustafá Kemal Atatürk. Que transformó los restos del Imperio otomano en una república moderna. En Irán, el emperador de la antigua Persia, se había homologado con Occidente. Mohammad Reza Pahlavi, nos presentaba un país con autopistas de circunvalación de las grandes ciudades, por las cuales transitamos. Las chicas vestían minifalda y se tocaban con el velo sador, que más que cubrirse lo utilizaban para un discreto y elegante coqueteo.
Cuando cruzamos la frontera entre Irán y Afganistán, consistente en una imaginaria raya marcada en el suelo, no solamente pasábamos a un nuevo país, sino que regresábamos sin exagerar al Medievo. Continuamos el viaje hacia Hertat, Kandahar hasta llegar a Kaboul. Esta carretera era de planchas de cemento sobreelevadas uno o dos metros para evitar las inundaciones de arena de las dunas. En paralelo por caminos de tierra, viajaban con nosotros los nómadas. Con camellos cargados con toda clase de mercancías y también eran los porteadores del correo. Se cobijaban en tiendas de campaña sin paredes laterales para dejar correr el aire. Vestían como los cíngaros y las mujeres no llevaban burka. La travesía fue muy dura: calor, desierto sin albergues donde protegerse. El único río que nos encontramos sirvió para bañarnos y también para crear un conflicto con los hombres de aquel inhóspito lugar. Que no aprobaron que las chicas se metieran al río en bikini.
Este resumen me permite comprobar que la preparación de los vehículos, de los equipos y de los neumáticos y parabrisas, respondieron a las exigencias del recorrido. La preparación física y la ilusión fueron obra de nuestra juventud. Sin duda para aquello que quizás no nos preparamos, fue para la convivencia en situaciones nuevas y difíciles. Muchas horas de conducción, caminos de tierra muy angostos. Tuvimos que cruzar ríos sin puente. Los amaneceres viajando hacia Oriente eran infernales por el polvo que proyectaban los vehículos que nos precedían. Al contario, sufríamos lo mismo en el regreso hacia Occidente, pero durante los atardeceres.
La irritabilidad estaba a flor de piel. En las etapas de control huíamos de nuestros copilotos o compañeros de viaje. Podían ser novios, pareja o simplemente amigos. Estuvimos sometidos a una alimentación precaria sobre todo al final de Irán y en Afganistán. Durante los tiempos del control, tratábamos de comunicarnos con los otros que no conocíamos de nada, y renunciábamos a comunicarnos con los compañeros habituales. Es verdad que éramos jóvenes y la sangre no llegó a río. Los tres días que permanecimos en Kaboul, sirvieron para estabilizar las relaciones y la convivencia. Durante la estancia en la capital afgana, sufrimos el pánico de padecer un trastorno intestinal producido por el agua de río Kaboul, y la falta de higiene. Quizás abundaba la sugestión, pero era algo a superar, y se superó.
Mi mensaje para aquellos jóvenes intrépidos que tengan en sus planes de juventud viajes aventureros semejantes, no obstante les animo a que se dejen llevar por el arrojo de la juventud y no por las prevenciones de los mayores. No obstante, tanto en el año 1970 como en el siglo XXI, es una imprudencia lanzarse a una aventura cuyas variables no puedan ser controladas por el viajero.
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ÁLBUM RESUMIDO DEL PKP-70