8 diciembre, 2018
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Consultas populares: el Régimen del 78 agoniza
Esther Hidalgo
Cuando el pueblo habla, la nación escucha; o así debería ser. El hecho de que en las últimas semanas estemos asistiendo a un movimiento de responsabilidad cívica como es la conciencia de la democracia ejercida mediante consultas populares por el derecho a decidir la forma de Estado es, -cuanto menos- síntoma de un entendimiento colectivo del verdadero significado de lo que supone un Estado que proclama que su soberanía reside en el pueblo español, del que emanan sus poderes.
¿Qué ocurre cuando un pueblo decide asumir esa conciencia? en nuestro caso,que la propia Carta Magna y sus adalides impiden que esa conciencia de responsabilidad cívica y democrática pueda ejercerse menoscabando así la soberanía popular del propio Estado.
En 26 de las Universidades españolas estamos descubriendo la capacidad y el afloramiento de esa responsabilidad cívica «Queremos decidirlo todo» -proclaman- y porque queremos decidirlo todo cada vez son más las ciudades que están haciendo posible, aunque de forma simbólica y no vinculante, consultas donde expresar la voluntad popular ejerciendo el verdadero sentido de esa soberanía que se declara pilar del Estado.
¿Cómo se puede declarar «ilegal y que incitan al odio» unas consultas donde se ejerce la democracia en forma de derecho a decidir? Los abanderados «constitucionalistas» y autodenominados «demócratas» paradójicamente acusan de incitar al odio cuando lo que ellos odian es el ejercicio de la democracia. ¿Quienes odian? ¿los que quieren decidir mediante sufragio o los que asesinan la democracia mediante denuncias que intentan impedirla?
El pueblo toma la palabra y «no podrán detener la primavera» que diría Neruda. La ciudadanía toma conciencia y cuando eso ocurre,no hay Carta Magna con Jefatura del Estado inoculada y para muchos impuesta( ya que no hemos podido decidirla) que lo impida. Hemos dejado de asistir impasibles ante los despilfarros y vaivenes de una institución anacrónica que pasea sus inviolables lujos y privilegios ante un pueblo abocado a la precariedad y la injusticia, engañado por sus aliados; despojado de su soberanía.
La democracia se abre camino, después de una consulta popular vendrá otra, después de un referéndum universitario otro, pues lo que por mucho tiempo ha sido incuestionable se empieza a cuestionar, aquí y ahora. Solo es un comienzo, pero un comienzo peligroso para quienes se parapetan en el inmovilismo, un comienzo que para muchos será un final.
El empoderamiento de la sociedad civil es ya un torrente imparable.