22 noviembre, 2018
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La Corona
Esto es sólo el principio de una historia que todavía queda por escribirse, y la gente de Podemos, en el ejercicio de su responsabilidad parlamentaria, está empeñada en hacerlo.
Montero Glez
La herencia del franquismo se materializó en la autoridad absoluta de una monarquía que convirtió a las gentes del pueblo en vasallos. El ritual daría comienzo una vez enterrado el cadáver de Franco en el Valle de los Caídos, símbolo arquitectónico del abuso de una España sobre la otra.
Con estas cosas, la conexión iraní se pondría en marcha. Lo cuenta el que fuera primer ministro persa y confidente del Sha Reza Pahlevi, un tal Asadollah Alam. El citado se guardó una carta en la manga que luego aparecerá en sus memorias y que Gregorio Morán hará pública, traducida al castellano, en la biografía dedicada a la figura de Adolfo Suárez.
La carta, fechada en junio de 1977, viene escrita en francés. En la misma, Juan Carlos pide dinero a su “querido hermano”, Reza Pahlevi para fortalecer a la monarquía española como garantía de gobierno ante el ascenso de los partidos de izquierdas. La cantidad que le pide Juan Carlos a su querido hermano es de diez millones de dólares. Sí. Diez millones de dólares de 1977. Al final, el jurdó sería generosamente donado por el queridísimo hermano Reza Pahlevi a su primo, Juan Carlos.
Esto es sólo el principio de una historia que todavía queda por escribirse, y la gente de Podemos, en el ejercicio de su responsabilidad parlamentaria, está empeñada en hacerlo. Por lo mismo, han dirigido una carta, en castellano, a Juan Carlos para que comparezca en el Congreso de los Diputados “con el fin de dar cuenta de su actividad institucional como jefe del Estado durante más de 38 años y como rey emérito desde 2014”.
El asunto no ha sentado nada bien a los que se sientan a la derecha de Dios y entre ellos está Felipe González que, cada vez que abre la boca, nos recuerda al vendedor de muñeca pepona de las ferias. En esta ocasión, Felipe la abierto para apuntar que “no sabe dónde quieren ir los bromistas que quieren poner en crisis la estabilidad de la convivencia constitucional para liquidarla». Así, tal y como suena, lo ha soltado Felipe, y se ha quedado tan pancho.
No está de más recordar a Felipe que, si alguien ha puesto en crisis la convivencia constitucional para liquidarla, ha sido él junto a los demás actores de una Transición que ya forma parte de la tragedia de España, reforzando con su discurso y con su obra, la herencia de un franquismo materializado en una Jefatura del Estado donde no cabe la voluntad del pueblo.