Fue un marino e inventor español que ideó y enuncio siete ingenios importantes para la Armada española, y por ende, para la navegación universal.
Pero la mayor aportación que se le atribuye fue la realización de ciertas experiencias con máquinas de vapor aplicadas a la navegación.
Blasco de Garay |
Biografía sin aclarar
Nada se sabe sobre el lugar ni la fecha de nacimiento (probablemente fue alrededor de 1500) de Blasco de Garay hasta que aparece como mecánico o maquinista en la Armada Española.
La forma del nombre de su hermano «Diego de Alarcón», mencionada en su memorial, sugiere un origen castellano. Se sugiere más concretamente Toledo ya que hubo en esta época varios personajes de clase hidalga con el apellido Garay que se distinguieron en las letras o en las armas y que procedían o eran vecinos de esta ciudad.
Posiblemente, Blasco de Garay sirviera en el ejército, y tal vez en la marina, porque se le da el título, o se le nombra, como Capitán de mar.
Es posible que fuera una persona instruida, así resulta de sus cartas, pero que se dedicara al estudio de las ciencias, como él mismo dice, aficionándose a la mecánica y a los inventos o ingenios de forma autodidacta.
Ruedas de palas
Parece que hallándose el emperador Carlos V en Toledo a principios de 1539, le dirigió Blasco de Garay un Memorial en que exponía ser un pobre hidalgo que habiéndose dedicado al estudió de las ciencias entonces conocidas, y deseando servirle como lo habían hecho otros, y particularmente un hermano suyo muerto en Italia, le ofrecía, entre otros artilugios, construir un ingenio para mover los barcos en tiempo de calma sin el auxilio de remos. Esto sería posible mediante ruedas motrices (de palas), capaces de desplazar diferentes tonelajes, salvo en ypropulsadas por una máquina de vapor (consistía en una gran caldera con agua hirviendo junto a unas ruedas con movimiento complicadas uniéndose a una y otra banda de embarcación). Las máquinas de Garay estarían destinadas a equipar los buques de guerra de bajo y alto bordo (galeras y naos) de la Armada Imperial Española.
Aunque con incredulidad, pero ayudado por sus amigos marinos, el rey-emperador Carlos I firmó una cédula de 22 de marzo de 1539 por la que aprobaba los proyectos de Garay, otorgando que se comenzase a financiar sus proyectos en las atarazanas del puerto de Málaga y asignándole proveedores.
Parece ser que después de pasar los trámites, informes e instrucciones de rigor en casos tales, hizo Garay un total de cinco experiencias en Málaga (el día 4 de octubre de 1539 sobre una nao de 250 toneles; el día ? de ? de 1540 en una nao de 100 toneles; el día 2 de julio de 1540 en una media nao de 100? Toneles; el día ? de junio de 1542; y el día 11 de julio de 1542).
En un primer momento, el invento de Blasco de Garay hacía mover seis ruedas. Posteriormente, simplificó el mecanismo a dos ruedas y montándolo en un galeón de 300 toneles, con 50 hombres. Consiguió mover el barco una legua por hora (3,3 nudos) y efectuar la ciaboga en la mitad de tiempo que una galera.
Propulsión a vapor
Después, el 17 de junio de 1543, habría tenido lugar la demostración de la propulsión a vapor (al mando del capitán Pedro Escarza) en el puerto de Barcelona sobre la Santísima Trinidad, nave de 200 toneles. A esta prueba, al parecer no pudieron asistir ni el rey Carlos I ni su hijo Felipe, pero comisionaron a Enrique de Toledo y Ayala (Tesorero General de la Corona de Aragón), a Pedro de Cardona (Gobernador de Barcelona.), D. Francisco de Gralla (Maestre Racional de Cataluña) y Alonso de Rávago (Jefe de esta comisión, Tesorero de la Real Hacienda y de todas las Armadas del Imperio.), entre otros, para que asistieran al evento.
El resultado fue decisivo; y las playas resonaron con los aplausos de los espectadores al ver las evoluciones náuticas del buque ejecutadas sin el auxilio de velas o remos. Los comisionados dieron al emperador un informe favorable; pero el ministro de hacienda, sea por superstición u otro motivo, desaprobó el proyecto.
Blasco de Garay murió en 1552, y se cree que de haber obtenido el apoyo económico necesario a importancia de este inventor hubiera sido aún mayor.
Fernández de Navarrete |
Este gran descubrimiento, que hubiera sido la gloria y la esperanza de España, quedó sepultado en olvido por más de dos siglos; y Garay, con su genio digno de la edad presente, bajó al sepulcro sin recompensa y sin gloria; de manera que ignoraríamos su nombre si no hubiera sido porMartín Teodoro Fernández de Navarrete (marino, escritor e historiador cuyas eruditas indagaciones (en 1825) sacaron a luz la existencia de este grande hombre al cabo de cerca de tres siglos en su obraColección de los viajes y descubrimientos que hicieron por mar los españoles desde fines del siglo XVI. Según Martín Fernández de Navarrete, Blasco de Garay no quiso revelar a nadie el secreto del mecanismo que empleó en su invento de la propulsión a vapor.
Ciento cincuenta años después, Thomas Newcomen, patentó el primer mecanismo a vapor, aunque la patente le fue otorgada a James Watt (ambos mecanismo fueron muchos más precarios que el ingenio presentado por Garay en 1543). Sin embargo, si Garay hubiese encontrado los apoyos necesarios para su empresa, tal vez, la Revolución Industrial se hubiese anticipado en 200 años.
Otros inventos de Garay
En su Memorial, Blasco de Garay brindó también a la Armada Española otra serie de inventos con relación al tema náutico y marino: un artilugio para sacar efectos y barcos idos a pique con ayuda de sólo dos hombres; otro para permanecer dentro del agua como encima; Otro para mantener luz dentro del agua; Otro para ver los objetos a poca profundidad cuando el agua estuviera turbia; Otro para hacer potable el agua del mar; Otro para desalar el agua del mar, y por último otro para hacer un molino a bordo, con otros muchos de esta especie servidos por un solo hombre.
Algunos de estos inventos se llevaron a cabo, e incluso pidió privilegio de invención sobre ellos, pero de la mayoría no se tiene noticia de que se pasase adelante, ni siquiera el que tenía por objeto hacer potable el agua de mar (atribuyéndosele más tarde a un siciliano perteneciente a la Armada española).
Una vez más, un ingeniero español, pasó sin pena ni gloria (al igual que Peral y Monturiol, por ejemplo) y su nombre sepultando en el polvo del olvido, pero Garay está por derecho propio al elenco de científicos del siglo XVI que aportaron su ciencia e ingenio a mayor gloria de España.